Por Andrés Antedoménico
Sdor provincial del GEN-Coalición Cívica
Nuevamente en los medios volvieron a mostrarse imágenes alarmantes sobre la violencia en las noches en las que los jóvenes están involucrados. Estos hechos no son nuevos, por este motivo es estrictamente necesario que las soluciones sean integrales y no se limiten al horario de cierre de los boliches bailables.
Frente a hechos que conmueven a la opinión pública, la mayoría de las veces, hay un clamor que incita al cambio de leyes y, efectivamente, en algunos casos son necesarias. Sin embargo, nos preguntamos: si ahora no se aplican los controles, por qué vamos a pensar que con leyes nuevas sí lo van a hacer. El otro día un padre contaba en la televisión que un taxista les hacía de delivery de alcohol a los chicos. Es sólo un ejemplo de cómo este no es un tema de leyes, sino de compromiso social.
Por lo tanto, se evidencia que el tope en el límite de horario de los boliches no resuelve el problema del alcohol y las drogas en la noche. Eso ya lo vivimos con Eduardo Duhalde hace 13 años y la experiencia fracasó. Aparentemente, el proyecto que planea enviar el Ejecutivo -la semana próxima- prevé un horario de cierre a las 5.30, es un tema que debatiremos en la Legislatura.
Otro de los problemas que dan marco a este tema, que implica muchas aristas, es lo que los chicos llaman ‘La previa’, que es una práctica culturalmente arraigada en los jóvenes y es un problema gravísimo que transcurre, en general, en el ámbito privado. Entonces, cuando un grupo de jóvenes se junta en una casa a tomar antes de ir boliche hay una familia que, o bien está literalmente ausente, o que aprueba esta conducta.
Es necesario señalar que hay factores sociales vinculados con la deserción escolar y la escasez de oportunidades para los jóvenes que son gérmenes que enturbian aún más esta problemática. Por este motivo, la solución para por un abordaje integral que implique el compromiso de la sociedad toda y en la que los padres, los dueños de los boliches y el Estado cumplen un rol clave en la contención y el control de los más jóvenes.
Sdor provincial del GEN-Coalición Cívica
Nuevamente en los medios volvieron a mostrarse imágenes alarmantes sobre la violencia en las noches en las que los jóvenes están involucrados. Estos hechos no son nuevos, por este motivo es estrictamente necesario que las soluciones sean integrales y no se limiten al horario de cierre de los boliches bailables.
Frente a hechos que conmueven a la opinión pública, la mayoría de las veces, hay un clamor que incita al cambio de leyes y, efectivamente, en algunos casos son necesarias. Sin embargo, nos preguntamos: si ahora no se aplican los controles, por qué vamos a pensar que con leyes nuevas sí lo van a hacer. El otro día un padre contaba en la televisión que un taxista les hacía de delivery de alcohol a los chicos. Es sólo un ejemplo de cómo este no es un tema de leyes, sino de compromiso social.
Por lo tanto, se evidencia que el tope en el límite de horario de los boliches no resuelve el problema del alcohol y las drogas en la noche. Eso ya lo vivimos con Eduardo Duhalde hace 13 años y la experiencia fracasó. Aparentemente, el proyecto que planea enviar el Ejecutivo -la semana próxima- prevé un horario de cierre a las 5.30, es un tema que debatiremos en la Legislatura.
Otro de los problemas que dan marco a este tema, que implica muchas aristas, es lo que los chicos llaman ‘La previa’, que es una práctica culturalmente arraigada en los jóvenes y es un problema gravísimo que transcurre, en general, en el ámbito privado. Entonces, cuando un grupo de jóvenes se junta en una casa a tomar antes de ir boliche hay una familia que, o bien está literalmente ausente, o que aprueba esta conducta.
Es necesario señalar que hay factores sociales vinculados con la deserción escolar y la escasez de oportunidades para los jóvenes que son gérmenes que enturbian aún más esta problemática. Por este motivo, la solución para por un abordaje integral que implique el compromiso de la sociedad toda y en la que los padres, los dueños de los boliches y el Estado cumplen un rol clave en la contención y el control de los más jóvenes.
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